El mercado está contrapuesto a la guerra. La libre y competitiva compraventa funda relaciones sociales pacíficas…

Leviatan, la política, el monstruo que la humanidad aún no ha logrado domesticar.

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La guerra es la arbitrariedad que instrumenta la fuerza, mientras que el mercado es el escenario del acuerdo logrado por libre voluntad. Ahí donde las personas consiguen lo que requieren según sus necesidades a cambio de dar algo que requieren otras personas.

El mercado, un mecanismo social creado naturalmente por la humanidad en su evolución cultural desde sus mismos inicios. El mismo que los socialistas quisieron eliminar para reemplazarlo por los planes económicos del poder político, y fracasaron. Porque incluso en la URSS el mercado pudo sobrevivir por encima de la ilegalidad en respuesta a las necesidades de las gentes.

La historia ha puesto en evidencia que el mercado forma el mejor escenario de la actividad productiva y el desarrollo. A diferencia del poder político, que como conductor de la economía fracasa estrepitosamente con el socialismo, tanto en sus formas marxistas como nazifascistas. En este último caso, sometiendo la economía a los afanes de la guerra imperialista.

“Un mundo de guerras, crímenes de estado y otras medidas liberticidas

El deseo de erradicar las guerras es quizá la más noble de las múltiples razones que tenemos hoy en día para voltear a ver al liberalismo como una opción sensata”

<<El Estado ha sido el arma más perversa y mortífera a lo largo de la historia en términos bélicos. Desde los antiguos imperios hasta nuestros días absolutamente todas las guerras han tenido que ser aprobadas y financiadas por entes gubernamentales y políticos sin escrúpulos, sin excepción. Es un hecho histórico que nunca ha habido una guerra (con todos los elementos que las conforman) de carácter privado, son los Estados quienes deciden cuando levantarse en armas.

No conformes con la culpabilidad que cargan de enviar a tropas y civiles a campos de batalla, los Estados ha fungido como un ente de adoctrinamiento a lo largo de la historia. Convencen a miles de jóvenes alrededor del mundo de que su causa es justa a tal punto de que vale la pena y es justificable dar la vida e incluso quitar la de terceros por ella.

El mismo método de manipulación y adoctrinamiento tiene como víctimas a un joven norteamericano que crece cantando el himno nacional antes de ver el Super Bowl, a un niño nigeriano que fue secuestrado para unirse a la guerrilla de su aldea y a un radical islámico que es entrenado desde su nacimiento para morir en algún ataque terrorista para cumplir con un mandato supuestamente divino.

[…]

El gobierno para un liberal debe limitarse estrictamente a garantizar los tres derechos fundamentales para cualquier individuo:

  • DERECHO A LA VIDA: quitarlo implica asesinato.
  • DERECHO A LA LIBERTAD: quitarlo implica esclavitud.
  • DERECHO A LA PROPIEDAD: quitarlo implica hurto.

Las guerras son un atentado absoluto contra los tres y, por lo tanto, medidas totalmente antiliberales.

[…]

Comencemos por no escuchar y por desmentir a todo aquel populista y demagogo que nos proponga hacerse cargo a través del Estado de asuntos que deberían competer estrictamente a nosotros como individuos; nadie va a ocuparse mejor de nuestra educación, de nuestra salud, de nuestro porvenir y de nuestra paz mejor que nosotros mismos. Los resultados de no hacerlo a lo largo de la historia han sido y siguen siendo catastróficos.

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